El hombre como soporte de los valores
EL HOMBRE COMO SOPORTE DE LOS VALORES
Los rasgos distintivos de
esta naturaleza humana, a partir de los cuales
se justifica que es el hombre y nadie más que él quien pone e inventa los
valores, son los siguientes:
1. La necesidad esencial de valorar. Pueden cambiar todos los valores
en las diferentes épocas y sociedades, pero no cambia la valoración
misma, es decir, el hecho de que el hombre, en todo momento, es un
ser que prefiere, opta y actúa en un determinado sentido moral. “La
no indiferencia es definitoria del hombre y de ahí surgen los valores
mismos: bueno-malo, bello-feo, justo-injusto, mejor-peor”.
2. La naturaleza humana es naturaleza posible. El hombre no es algo
cerrado, cancelado y unívoco de una vez y para siempre, por lo mismo
es indeterminado, libre y elegible. Es un ser, donde quiera que
se encuentre, con posibilidad de elección. Ya decía Sartre: “Estamos
solos sin excusas... el hombre está condenado a ser libre”.
3. El hombre lleva en sus entrañas el signo de la contradicción. El ser
mismo del hombre consiste en vivir en la contradicción. Por eso se
dice que éste es el ser del valor, en el sentido de que es un ser múltiple,
ambivalente, positivo-negativo; vive en carne propia la ontología
de la contingencia, es decir, puede optar por los valores positivos o los
negativos, el bien o el mal, el amor o el desamor; es como es, pero
puede ser de otro modo.
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